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sábado, 30 de octubre de 2021

 

HABACUC, EL PROFETA DE LA QUEJA Y LA FE

Biblia abierta en el libro de Habacuc

La escritura no dice nada en relación a Habacucexcepto que fue un profeta. Sin embargo, podemos conocer mucho de su fe y carácter personal, así como de los problemas de su tiempo, por sus escritos. 

Por los problemas a los que se enfrentó, juzgamos que Habacuc probablemente era contemporáneo con Jeremías, y parece que profetizó poco antes de la caída de Jerusalén por Nabucodonosor, probablemente durante los reinados de Joaquín y Sedequías. 

El profeta Habacuc se refirió al alzamiento de Dios de los caldeos para castigar a su pueblo por sus pecados. Así que, 2 Reyes 23, 24 y 25, y 2 Crónicas 36 pueden ser el fondo histórico de su profecía.

QUEJAS DE HABACUC POR LA INJUSTICIA (Capítulo 1)


Habacuc expresó un conflicto de fe en la aparente indiferencia de Dios hacia la extrema violencia y maldad de Judá. El Señor hizo que viera la iniquidad del pueblo, para que se preocupara mucho, pero todavía no lo había castigado (versículos 1-4). 

Tanto Jeremías como Ezequiel describieron la condición de idolatría de Judá (Jeremías 23:9-14; Ezequiel 81-18). Habacuc preguntó: ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? (versículo 2).

Dios contestó que él utilizaría a los perversos y terribles caldeos para castigar a su pueblo (versículos 5-11). Esta contestación dio a Habacuc un mayor conflicto de fe. Él no podía comprender por qué Dios permitiría que un pueblo tan pagano y violento como los caldeos (babilonios) castigara a su pueblo, que, a pesar de sus pecados, eran más rectos que los caldeos. 

Habacuc recordó al Señor que eran los caldeos paganos quienes habían sido ordenados para el castigo, no su pueblo. También recordó al Señor que los caldeos no tenían respeto por el pueblo de otras naciones, sino que los cazaban como si fuesen bestias salvajes (versículos 12-17).

CONTESTACIÓN DE DIOS A HABACUC (Capítulo 2)


Habacuc debió haber estado sorprendido de sí mismo por su discusión con Dios sobre lo que Él se proponía hacer, sin embargo, él determinó continuar en su sitio de trabajo como vigilante del pueblo del Señor, hasta escuchar lo que él le tenía que decir, Habacuc esperaba ser reprendido y se preguntaba cómo debería contestar al Señor,  sin embargo, el Señor no le reprendió sino simplemente contestó el honesto conflicto de fe de su profeta.

La Visión de Habacuc


Dios contestó a Habacuc mediante una visión y le dijo que la escribiera cuidadosamente, de manera que todos los que la leyeran pudieran llegar a un sitio seguro. La visión era la destrucción de Babilonia (Caldea). La ambición de este gran reino era conquistar a todas las naciones y ser gobernante del mundo. 

Dios iba a usar a este reino de Babilonia para castigar al pueblo pecador de Judá, pero después de cierto tiempo, él iba a destruir a Babilonia. Le dijo a Habacuc que esperara el cumplimiento de la visión, pues seguramente vendría en el tiempo designado por Dios (versículos 2-13).

Después de que Dios utilizara ese perverso y codicioso reino para castigar a su pueblo, él prometió que traería a su pueblo a una gloriosa salvación. Previó un tiempo en que la tierra deberá llenarse del conocimiento de la gloria del Señor, así como las aguas cubren el mar (versículo 14).

Los versículos del 15 al 19 son un mensaje de reproche y condena a los judíos por su idolatría. El dolor que les caería sería su cautiverio por Babilonia. Sus ídolos de madera, oro y plata no los salvarían, pues ellos no tenían aliento (versículo 19; Salmo 115:2-9). Sin embargo, el Señor siempre puede ser encontrado en su santo templo por el recto y el arrepentido (versículo 20).

ORACIÓN Y ALABANZA DE HABACUC (Capítulo 3)


Al fin del mensaje de Dios referente a la próxima destrucción de Babilonia, y Su castigo a Judá, Habacuc prorrumpió en una oración de alabanza a Dios. Sus preguntas habían sido contestadas y sus dudas habían desaparecidos. 

Habacuc alabó a Dios por sus pasadas bendiciones al pueblo de Israel y atribuyó a él todo el poder sobre su creación. Luego, Habacuc, expresó el triunfo de su fe en los versículos 17-19. De ahora en adelante, Habacuc confiaría en el Señor durante todas las circunstancias o adversidades.

jueves, 28 de octubre de 2021

Un compromiso a prueba de fuego

 Un compromiso a prueba de fuego      OCTUBRE 28

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Daniel 3.16–18

¡Qué fácil nos resulta leer esta historia, sentados en la comodidad de nuestra casa y conociendo de antemano cómo fue el desenlace! Nuestra tendencia triunfalista nos lleva a creer que todas las historias terminan de manera espectacular cuando afirmamos nuestra fidelidad hacia Dios. Mas luego recordamos a Esteban, Felipe, Pablo, Pedro, para mencionar solamente a algunos de los muchos que pagaron con la vida su postura de fe.

No obstante, los tres audaces protagonistas del texto sobre el cual hoy reflexionamos nos dejan una importante lección acerca de nuestra postura en tiempos de persecución. Cabe aclarar que esta persecución no necesita ser tan dramática como la de Sadrac, Mesac y Abed-nego. De muchas maneras diferentes nos enfrentamos, día a día, a las mismas presiones que estos varones. No debemos dudar por un instante que las mismas fuerzas malignas buscan moldearnos a la imagen de lo que es aceptado por este mundo. Puede ser la presión de no pagar impuestos, de hacer trampa en un examen, de colaborar en algún proyecto deshonesto en el trabajo, o de ceder frente a las filosofías predominantes de estos tiempos.

Los tres israelitas se valieron de dos argumentos para responderle a Nabucodonosor. El primero, descansaba sobre una convicción profunda y radical de que Dios era el que iba a determinar su futuro, no el rey de Babilonia. Esta es la misma postura que adoptó Cristo frente a Pilato, quien pretendía convencerle de que tenía autoridad para hacer con él como quisiera. Mas Jesús le respondió: «Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Jn 19.11). Es decir, los hijos de Dios, en la hora de la prueba, no ceden frente a la tentación de creer que la situación en la que se encuentran está más allá del control del Altísimo. Saben que, aun en situaciones de las más atroces manifestaciones de maldad, existe un Dios soberano sin cuya autoridad no puede moverse nadie, ni siquiera el más malvado.

Los tres valientes de nuestra historia también se aferraban a una segunda convicción, y es que los hijos de Dios han sido llamados a una vida de obediencia incondicional. Frente a situaciones donde peligra aquello que garantiza su bienestar personal no dudan de escoger el camino de la lealtad hacia lo que es justo y bueno delante del Santo. En esto no permiten que su obediencia sea condicionada por ninguna circunstancia ni tampoco por ningún hombre. Ante tal postura se abren a la posibilidad de ver las más increíbles manifestaciones de gracia. En este caso, salieron ilesos del fuego. En el caso de Esteban, mientras moría vio el destino final de su fidelidad: los brazos de Aquel a quien no estaba dispuesto a negar.

Para pensar:

La palabra final, en toda historia humana, la tiene Aquel en cuyas manos esta escondida la vida misma.

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Un corazón dividido

 Devocional OCTUBRE 27/2021

Un corazón dividido      

Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 1 Reyes 18.20–21

Cuando Elías confrontó al pueblo en el Monte Carmelo, los israelitas ya tenían una larga historia de prostitución con los dioses de la tierra. Antes de desafiar a los profetas de Baal, sin embargo, el profeta enfrentó al pueblo con las palabras que hoy forman parte de nuestro devocional. Aunque los líderes habían conducido al pueblo de Dios por un camino que no les convenía, ninguna persona podía escudarse detrás de este hecho. La pregunta que lanzó Elías hacia el pueblo muestra que creía firmemente que cada persona presente era, en última instancia, responsable de su propio pecado.

La clave de la situación que estaba viviendo el pueblo se encuentra en la palabra «vacilar». El diccionario de sinónimos nos presenta esta lista de términos similares: titubear, oscilar, balancear, fluctuar. Todas estas palabras dan una clara idea del estado en el que se encontraba el pueblo. No tenían un rumbo definido. No estaban comprometidos con una sola cosa. No poseían la seguridad, inamovible, de aquellos que saben dónde están plantados en la vida.

Debemos notar que esta situación afecta particularmente al pueblo de Dios. Los que no son parte de su casa están enteramente entregados al camino de las tinieblas. No experimentan más que un titubeo ocasional por el testimonio de sus propias conciencias. La mayoría del tiempo, sin embargo, avanzan seguros por el camino que recorren todos los que están a su alrededor. Es el camino de la mayoría y no tienen por qué cuestionar si es el más apropiado para sus vidas.

La situación del hijo de Dios indeciso, en cambio, es la más desdichada de las condiciones. No es ni una cosa ni la otra. Habiendo probado lo que es la vida de la mano de Dios, ha optado por volver a recorrer el camino que había descartado. No logra, sin embargo, olvidarse de lo que ha experimentado cerca de Jehová, de modo que este camino ya no le produce la satisfacción que le dio en otro tiempo. Tampoco disfruta de la comunión plena con el Padre, porque su corazón está contaminado con las preocupaciones que son propias de los que andan en tinieblas.

La descripción más exacta de este desdichado estado la dejó el rey cuyo corazón nunca estuvo enteramente entregado a Dios: Salomón. Intentó caminar por los dos caminos a la vez. Sus conclusiones están relatadas en el libro de Eclesiastés, donde declara una y otra vez: «todo es vanidad de vanidades».

Elías invita al pueblo a una postura de entrega absoluta, ya sea para un lado o para el otro. La vacilación nos paraliza y nos llena de dudas y temores. Cuando nos decidimos por un camino, es bueno que no cuestionemos más la decisión, sino que avancemos con paso firme y confiado, por el rumbo que creemos adecuado.

Para pensar:

«No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos» (Stg 1.7–8).

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.