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domingo, 7 de noviembre de 2021

¿Quién me está tapando la luz?


¿Quién me está tapando la luz?

Lectura bíblica: 1 Tesalonicenses 5:5, 6

Todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día. 1 Tesalonicenses 5:5

Mauricio, el hermano mayor de Mara, estaba orgulloso de su Mustang convertible clásico, modelo 1967. Pero no lo mantenía limpio, así que un amigo escribió en la tapa del motor: “Límpiame”, y al hacerlo, rayó la pintura con la uña. Mauricio le pegó unos buenos gritos a su amigo por haberle rayado el auto.

Un día, camino a casa volviendo del trabajo, un camión que lo pasó le salpicó el parabrisas que quedó cubierto de barro. No tendría que haber sido un problema, pero a Mauricio se le había acabado el fluido limpiaparabrisas. Aunque trataba de ver por dónde iba, no podía ver el camino a través del parabrisas lleno de barro. Accidentalmente giró a la izquierda y se encontró con que iba de contra el transito. Por suerte no venía ningún auto que hubiera causado un choque de frente.

A veces hay gente que es como el camión que salpica barro. Estás andando por la vida y de pronto un enemigo te ensucia. Tus amigos son como el muchacho que rayó el auto. Pueden rayarte con sus palabras hasta que realmente duele. A veces el dolor es causado por alguien cerca tuyo.

    •      Un familiar te trata como si no valieras nada.

    •      Un amigo te evita, te ignora, te hostiga o se burla de ti.

    •      Un compañero de escuela te llama cosas como “perdedor”, “retardado” o “torpe”.

Ese tipo de barro bloquea de tu vida la luz de Dios. Dios te ve digno de ser amado, valioso y capaz, pero cuanto más barro te salpique la gente, más difícil te resulta ver la verdad de Dios acerca de quien eres. Cuando te sientes lastimado, es posible que ataques tirando barro a todos los que te rodean, o que te desvíes del camino.

Si te resulta difícil verte digno de ser amado, valioso y capaz, puede que sea porque la verdad de Dios ha sido bloqueada de tu vista por personas que tapan la verdad de tu verdadera identidad. ¿Puede estar pasándote esto? Pregúntate:

    •      Las personas con las que paso más tiempo, ¿me ven como me ve Dios?

    •      Mis amigos, ¿refuerzan lo que la Biblia dice de mí?

    •      Estas personas, ¿reflejan el amor de Cristo por mí?

Si las personas que tienes más cerca siguen tirándote barro, te resultará difícil ver más allá del fango para poder captar el concepto que tiene Dios de ti. En ese caso, ocuparte de tener las personas apropiadas a tu alrededor es como llenarte del fluido limpiaparabrisas de Dios. Es lo que necesitas para quitarte las obstrucciones que te impiden ver.

PARA DIALOGAR: ¿Te ven tus amigos como te ve Dios? ¿Ha llegado el momento de cambiar de amigos?

PARA ORAR: Señor, ayúdanos a elegir los amigos apropiados para que tu luz inunde nuestra vida.

PARA HACER: Si le tiras barro a los demás —si dices o haces algo que expresa que no son dignos de ser amados, valiosos y capaces— deja de hacerlo hoy.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

lunes, 1 de noviembre de 2021

La Circuncisión del Corazón

 1 de Enero de 1733, por Jhon Wesley, Extracto

"El cumplimiento de la ley es el amor. No solo el primero y gran mandamiento, sino que los resume todos. Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, se comprende en esta plabra: AMOR. En Él se encuentran la perfección, gloria y felicidad; es la ley real del cielo y la tierra. "Y amaras a Jehová tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerza" (Mar. 12.30). Ese bien perfecto será tu único y último objetivo. Una sola cosa desearás, porque lo merece: abrazar a Aquel que todo lo llena en todo. La felicidad de tu alma residirá en unirte con el que la creó, gozar de comunión con el Padre y el Hijo, unirse "al Señor" y ser "un espíritu.... con Él". Una determinación perseguirás hasta el fin de los tiempos: DISFRUTAR A DIOS AHORA Y EN LA ETERNIDAD. Desearás otras cosas solo en la medida en que te ayuden a conseguir eso. Amarás la creación porqu te conduce al Creador. En cada paso que avances, que esta sea la línea que trace tu meta. Que todo afecto, pensamiento, palabra y acción se subordinen a ello. Que cualquier cosa que desees, temas, busques, rehúyas, hables o hagas persiga el único objetivo de la felicidad en Dios, la fuente de tu ser".

"Este es el  resumen de la perfecta ley, la circuncisión del corazón. Que el espíritu regrese al Dios que lo dio, con todo su compendio de afectos. No aceptará otro sacrificio de nuestra parte más que el del corazón. Ofrezcámoslo a través de Cristo en llamas del amor santo. Que ninguna criatura comparta espacio en Él, porque es Dios celoso. No dividirá su trono con otros: reinará sin rival. Que no se admitan mas designios ni deseos que los que lo tienen a Él como objetivo final. Esa es la forma en las que anduvieron los hijos de Dios antaño, que aún desde la tumba nos exhortan: Vivid solo para alabar su nombre; que todos vuestros pensamientos, palabras y obras se inclinen a su gloria; llenaos el alma con amor por Él para que solo lo améis a Él y a lo que os acerque a Él. Tened intenciones puras en el corazón y considerad siempre su gloria en todo lo que hagáis. Solo entonces tendremos "la mente de Cristo". En todo movimiento de corazón, palabra de la boca y obra de las manos busquemos únicamente la relación con Él y su deleite; no pensemos, ni hablemos ni hagamos nada para satisfacer nuestra propia voluntad, sino la del que nos envió; sea que comamos o bebamos o cualquier cosa que hagamos, hagámosla para la Gloria de Dios"

jueves, 28 de octubre de 2021

Un compromiso a prueba de fuego

 Un compromiso a prueba de fuego      OCTUBRE 28

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Daniel 3.16–18

¡Qué fácil nos resulta leer esta historia, sentados en la comodidad de nuestra casa y conociendo de antemano cómo fue el desenlace! Nuestra tendencia triunfalista nos lleva a creer que todas las historias terminan de manera espectacular cuando afirmamos nuestra fidelidad hacia Dios. Mas luego recordamos a Esteban, Felipe, Pablo, Pedro, para mencionar solamente a algunos de los muchos que pagaron con la vida su postura de fe.

No obstante, los tres audaces protagonistas del texto sobre el cual hoy reflexionamos nos dejan una importante lección acerca de nuestra postura en tiempos de persecución. Cabe aclarar que esta persecución no necesita ser tan dramática como la de Sadrac, Mesac y Abed-nego. De muchas maneras diferentes nos enfrentamos, día a día, a las mismas presiones que estos varones. No debemos dudar por un instante que las mismas fuerzas malignas buscan moldearnos a la imagen de lo que es aceptado por este mundo. Puede ser la presión de no pagar impuestos, de hacer trampa en un examen, de colaborar en algún proyecto deshonesto en el trabajo, o de ceder frente a las filosofías predominantes de estos tiempos.

Los tres israelitas se valieron de dos argumentos para responderle a Nabucodonosor. El primero, descansaba sobre una convicción profunda y radical de que Dios era el que iba a determinar su futuro, no el rey de Babilonia. Esta es la misma postura que adoptó Cristo frente a Pilato, quien pretendía convencerle de que tenía autoridad para hacer con él como quisiera. Mas Jesús le respondió: «Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Jn 19.11). Es decir, los hijos de Dios, en la hora de la prueba, no ceden frente a la tentación de creer que la situación en la que se encuentran está más allá del control del Altísimo. Saben que, aun en situaciones de las más atroces manifestaciones de maldad, existe un Dios soberano sin cuya autoridad no puede moverse nadie, ni siquiera el más malvado.

Los tres valientes de nuestra historia también se aferraban a una segunda convicción, y es que los hijos de Dios han sido llamados a una vida de obediencia incondicional. Frente a situaciones donde peligra aquello que garantiza su bienestar personal no dudan de escoger el camino de la lealtad hacia lo que es justo y bueno delante del Santo. En esto no permiten que su obediencia sea condicionada por ninguna circunstancia ni tampoco por ningún hombre. Ante tal postura se abren a la posibilidad de ver las más increíbles manifestaciones de gracia. En este caso, salieron ilesos del fuego. En el caso de Esteban, mientras moría vio el destino final de su fidelidad: los brazos de Aquel a quien no estaba dispuesto a negar.

Para pensar:

La palabra final, en toda historia humana, la tiene Aquel en cuyas manos esta escondida la vida misma.

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Un corazón dividido

 Devocional OCTUBRE 27/2021

Un corazón dividido      

Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 1 Reyes 18.20–21

Cuando Elías confrontó al pueblo en el Monte Carmelo, los israelitas ya tenían una larga historia de prostitución con los dioses de la tierra. Antes de desafiar a los profetas de Baal, sin embargo, el profeta enfrentó al pueblo con las palabras que hoy forman parte de nuestro devocional. Aunque los líderes habían conducido al pueblo de Dios por un camino que no les convenía, ninguna persona podía escudarse detrás de este hecho. La pregunta que lanzó Elías hacia el pueblo muestra que creía firmemente que cada persona presente era, en última instancia, responsable de su propio pecado.

La clave de la situación que estaba viviendo el pueblo se encuentra en la palabra «vacilar». El diccionario de sinónimos nos presenta esta lista de términos similares: titubear, oscilar, balancear, fluctuar. Todas estas palabras dan una clara idea del estado en el que se encontraba el pueblo. No tenían un rumbo definido. No estaban comprometidos con una sola cosa. No poseían la seguridad, inamovible, de aquellos que saben dónde están plantados en la vida.

Debemos notar que esta situación afecta particularmente al pueblo de Dios. Los que no son parte de su casa están enteramente entregados al camino de las tinieblas. No experimentan más que un titubeo ocasional por el testimonio de sus propias conciencias. La mayoría del tiempo, sin embargo, avanzan seguros por el camino que recorren todos los que están a su alrededor. Es el camino de la mayoría y no tienen por qué cuestionar si es el más apropiado para sus vidas.

La situación del hijo de Dios indeciso, en cambio, es la más desdichada de las condiciones. No es ni una cosa ni la otra. Habiendo probado lo que es la vida de la mano de Dios, ha optado por volver a recorrer el camino que había descartado. No logra, sin embargo, olvidarse de lo que ha experimentado cerca de Jehová, de modo que este camino ya no le produce la satisfacción que le dio en otro tiempo. Tampoco disfruta de la comunión plena con el Padre, porque su corazón está contaminado con las preocupaciones que son propias de los que andan en tinieblas.

La descripción más exacta de este desdichado estado la dejó el rey cuyo corazón nunca estuvo enteramente entregado a Dios: Salomón. Intentó caminar por los dos caminos a la vez. Sus conclusiones están relatadas en el libro de Eclesiastés, donde declara una y otra vez: «todo es vanidad de vanidades».

Elías invita al pueblo a una postura de entrega absoluta, ya sea para un lado o para el otro. La vacilación nos paraliza y nos llena de dudas y temores. Cuando nos decidimos por un camino, es bueno que no cuestionemos más la decisión, sino que avancemos con paso firme y confiado, por el rumbo que creemos adecuado.

Para pensar:

«No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos» (Stg 1.7–8).

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.