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lunes, 1 de noviembre de 2021

La Circuncisión del Corazón

 1 de Enero de 1733, por Jhon Wesley, Extracto

"El cumplimiento de la ley es el amor. No solo el primero y gran mandamiento, sino que los resume todos. Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, se comprende en esta plabra: AMOR. En Él se encuentran la perfección, gloria y felicidad; es la ley real del cielo y la tierra. "Y amaras a Jehová tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerza" (Mar. 12.30). Ese bien perfecto será tu único y último objetivo. Una sola cosa desearás, porque lo merece: abrazar a Aquel que todo lo llena en todo. La felicidad de tu alma residirá en unirte con el que la creó, gozar de comunión con el Padre y el Hijo, unirse "al Señor" y ser "un espíritu.... con Él". Una determinación perseguirás hasta el fin de los tiempos: DISFRUTAR A DIOS AHORA Y EN LA ETERNIDAD. Desearás otras cosas solo en la medida en que te ayuden a conseguir eso. Amarás la creación porqu te conduce al Creador. En cada paso que avances, que esta sea la línea que trace tu meta. Que todo afecto, pensamiento, palabra y acción se subordinen a ello. Que cualquier cosa que desees, temas, busques, rehúyas, hables o hagas persiga el único objetivo de la felicidad en Dios, la fuente de tu ser".

"Este es el  resumen de la perfecta ley, la circuncisión del corazón. Que el espíritu regrese al Dios que lo dio, con todo su compendio de afectos. No aceptará otro sacrificio de nuestra parte más que el del corazón. Ofrezcámoslo a través de Cristo en llamas del amor santo. Que ninguna criatura comparta espacio en Él, porque es Dios celoso. No dividirá su trono con otros: reinará sin rival. Que no se admitan mas designios ni deseos que los que lo tienen a Él como objetivo final. Esa es la forma en las que anduvieron los hijos de Dios antaño, que aún desde la tumba nos exhortan: Vivid solo para alabar su nombre; que todos vuestros pensamientos, palabras y obras se inclinen a su gloria; llenaos el alma con amor por Él para que solo lo améis a Él y a lo que os acerque a Él. Tened intenciones puras en el corazón y considerad siempre su gloria en todo lo que hagáis. Solo entonces tendremos "la mente de Cristo". En todo movimiento de corazón, palabra de la boca y obra de las manos busquemos únicamente la relación con Él y su deleite; no pensemos, ni hablemos ni hagamos nada para satisfacer nuestra propia voluntad, sino la del que nos envió; sea que comamos o bebamos o cualquier cosa que hagamos, hagámosla para la Gloria de Dios"

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